miércoles, 8 de octubre de 2008

Avignon

Por fin tengo ordenador, arreglado por 90 bonitos eggós, como les dicen por aquí. Lo más gracioso de todo es que mi escritorio ahora es así:



(Pincha para ver más grande)


Sí, efectivamente. Mi ordenador ahora está en francés. Y ya no es el Escritorio, es el Bureau. Y no es Mi PC, es Poste de Travail. Pero, claro, yo ante este signo de distinción no puedo hacer más que regodearme entre lo absolutamente cool que es ver Ma musique o el Panneau de configuration cada vez que abro el menú de Dèmarrer.

Estos días he estado esperando a que llegaran las fotos de Avignon vía Tuenti. Esperé y esperé hasta que el otro encendí el ordenador y veo: Tiene 42 fotos en las que sales. Con lo cual:

- En Avignon hubo prao donde tirarse,



con estas vistas:


- Nos hicimos con la ciudad caminando mucho




, e incluso en barco:



- En el albergue bebimos, reímos y...

participamos en un karoke, donde

cantamosybailamos la Macarena ( entre otras).

Al día siguiente, tras el esperadísimo desayuno

conocimos un ¿pueblo pegado? a Avignon repleto de castillos, cartujas y

torres con barras de bar y vestidos guays.

¿ Para cuándo el siguiente viaje? Pues si Dios/Alá/Buda/Britney quiere, Suiza en una semana y poco, y más lejos París, Roma, Alemania...

Por cierto, esta actualización quería haberla hecho por lo menos hace una semana y media, pero blogger es mala persona y no me deja subir fotos y yo me enfado.

Hoy tengo que hacer una presentación para clase de francés sobre Luis Buñuel durante 10 min. Menos mal que mi público son un japonés, una china, una inglesa y una de nacionalidad confusa, porque cuando tenga que explicar el argumento de Un chien andalou en francés, puede que acabe hablando de Arma Letal 4.

Gros bisous

viernes, 3 de octubre de 2008

Resumen angustioso de unos dias increibles

Mi ordenador ha muerto.

D.E.P



Mientras intentan devolverlo a la vida en una tienda situada en una calle estrecha que desemboca en la Place Jean Macé, esa que nos ve martes y jueves con aun la marca de las sabanas en la cara, escribo desde un teclado francés por lo que las faltas de acentuacion (como esa) seran continuas en esta pequenia y explicativa entrada.

El César no ha ganado, simplemente nos saca una ventaja. En cuanto vuelva mi ordenador y el Internet a la residencia, volveremos a la batalla continua. Simplemente me cuesta lucho actualizar en teclados franceses porque estan dominados por las tropas romanas.

Para resumir estos dias, el fin de semana pasado vino un Dios griego, personificacion del mismo Sol, a ayudarnos a preparar la contienda. Con él descubrimos la maravilla del transporte a dos ruedas, y el zoologico oculto en un increible parque llamado Parc de la tête d'or (Parque de la cabeza de oro). Esta semana tambien descubrimos que los franceses hacen sus necesidades en agujeros, fuimos a mas fiestas Erasmus ( con comida tipica incluida)y tuvimos 6 horas seguidas de una clase de la que podriamos haber estado otras 6.


Viva el Erasmus lyonais!

Por cierto, este fin de semana enviamos legados a Avignon.

domingo, 21 de septiembre de 2008

Día 14: Eternal sunshine of the spotless mind

El sábado nos levantamos tarde y fuimos directos hasta la Place Bellecour ( donde me encuentro ahora, por cierto, actualizando este blog). Allí teníamos cita con un guía contratado por la universidad, que nos iba a enseñar lo más significativo de Lyon, tanto en el ámbito turístico como de la vida práctica. El guía nos dijo qué restaurantes eran para "atrapar a los turistas", qué zonas eran las mejores para comer, comprar o simplemente pasear.
Cansadísimos, extremadamente hambrientos y asfixiados por el implacable sol, fue terminar la visita y huir a la residencia para engullir una ensalada ( qué raro) y descansar. A las dos horas yo me cogí el portátil y me vine hasta el McDonalds para poder hacer la actualización de ayer. Mientras Carla y Aida iban de nuevo al Simply en busca de reservas de vino. Pero al llegar a la residencia me las encuentro en pijama, viendo una película. No hay plan. Nadie sale. Tras las extrañas risas del momento, termino de ver con ellas esa genial película de Michel Gondry (francés, por cierto) llamada Eternal Sunshine of the Spotless Mind ( en español, ¡Olvídate de mí! (?)) y, aún tremendamente cansado, me voy al cuarto a ver otra genial película, Punch-drunk love de otro genial director llamado Paul Thomas Anderson, con geniales diálogos como la siguiente conversación de cama:
- Tienes una cara muy dulce. Quiero morderte las mejillas.
- Yo quiero reventarte la cara. Quiero coger un mazo y aplastarte la cara de lo preciosa que es.

Un sábado en casa. No pasa nada. El siguiente será mejor. Carla apunta: "fue un sábado guay".

Día 13: A la main

El viernes durante el día no hicimos nada ( o al menos así lo recuerdo). Sólo sabíamos que un grupo de españoles había quedado a las 8 en Hôtel de Ville para salir. Nosotros nos moríamos por salir, pero también queríamos ir a un concierto extraño de música desconocida. Al final, y no sé por qué, no volvimos a hablar de ese extraño concierto, y lo siguiente que recuerdo de ese día implica tres jóvenes estudiantes de comunicación audiovisual en un supermercado comprando botellas de vino de plástico y coca-cola Steff ( a 0,21 la botella) para preparar un rico calimotxo gabatxo. Una señora nos preguntó, señalando al( vino: "C'est bon?" A lo que nosotros respondimos: "Nous ne savons pas, mais..." y un gesto de asco infinito. Acompañados de unas ricas patatas con las que hice mi canción de siempre a ritmo follow the leader, que no triunfó entre mis acompañantes, pagamos el avituallamiento y cogimos el metro hasta Hôtel de Ville. Allí había muchísima gente joven disfrazada, llena de espuma, atados, con cinta aislante, mojados. "¿Aquí la gente está siempre de despedida de soltero?". No. Espera. De repente tengo una revelación. ¡¡Son novatadas!! La melancolía nos invade y nos acercamos hasta ellos. Al parecer, novato se dice "bisou" y era todo un poco más jarto que en Madrid, pero se lo pasaban bien. Allí conocimos nuevos españoles y tras esperar a que llegaran todos empezamos a beber. Sin darnos cuenta, los 3 de siempre nos automarginamos del grupo, probablemente debido a los efectos del alcohol, y acabamos hablando de cómo íbamos a celebrar reyes juntos, trayéndonos regalos de nuestras casas, montando un árbol y yendo en pijama a través de las habitaciones de los chinos. Por supuesto, brindamos por todo ello. Al final, y muy a nuestro pesar, acabamos, de nuevo ( oh no!) en Café Sevilla. Al menos había Cruzcampo
Allí tuve que soportar cómo una pantalla plana mostraba el absolutamente genial vídeo de D.A.N.C.E de Justice mientras sonaba Obsesión, de Aventura. (Así de triste miraba yo a la pantalla)
Afortunadamente, el suplicio duró poco, debido a que, los 3 de siempre, emigramos al bar contiguo, donde mezclaban Highway to Hell con Daft Punk, pero al menos era un ambiente distinto al español. Allí conocimos a unos franceses muy extraños, casi como duendes, que diría mi querido compañero Antoñito. Nos acoplamos a ellos cual lapa que se aprisiona en el dedo de un niño cotilla, y cuando el bar cerró a la ¡¡1!! nos fuimos, de nuevo, a un barco. Durante el camino tuve que soportar a un chico simpático que tenía una novia en Santander, con la que lo había dejado hace poco. Como le hacía gracia que yo fuera de allí, me contó todos sus problemas mezclando al mismo tiempo inglés, español (cuando hablaba en mi idioma no seguía ninguna regla lógica) y francés. Al final tras gritarle un par de veces que o me hablaba en francés o me iba, dio varios pasos adelante y pude por fin volver a ver lo que ocurría en el extraño grupo que habíamos formado. Tras observar una bizarra escena, hacer doscientas fotos sobre ella, reírnos hasta la muerte y, a día de hoy, seguir sin saber qué significó ese momento, entramos a uno de los barcos. Este era diferente. Pero sonaba la misma música. Poco a poco la gente se fue marchando y a las ¡¡2 y cuarto!!, ya estábamos reventados, y nos volvimos a la residencia. No sin antes hacer una parada en una exquisita boulangerie para comer una deliciosa Quiche Lorraine de madrugada ( que me supo a gloria divina), y recordarle una vez más a Aida dónde está el Lidl.
Por fin una gran noche de fiesta.

pd- Acabo de recordar qué hice durante toda la tarde del viernes: Decorar la habitación.
(obsérvese que he además de la pared, he forrado una balda con motivos de damas en lo que yo mismo he denominado Vans obsession.)

(Aún me queda mucha pared por decorar)

Días 9, 10, 11 y 12: Fresa y Chocolate


En teoría, y según nos habían informado en la carta que recibimos de la Université Lyon II en julio, las clases comenzaban el lunes día 15 de septiembre. Así lo corroboraron en la reunión del día 9. Lo único que teníamos que hacer era mandarle un mail a nuestro coordinador de asignaturas aquí, para re-escoger de nuevo las asignaturas ( maldita la ori) y así poder empezar. Pero nosotros, es decir, yo, le mandé el mail al profesor, pero poniendo mal su dirección, con lo cual, nunca llegó. Esperando y esperando a que respondiera, creyendo nosotros que le habíamos mandado el mail, el fin de semana nos dimos cuenta de que se lo habíamos mandado mal. Es decir, el lunes ya no podíamos ir a clase. Tras contactar correctamente con él, y no sin sufrir algún que otro percance ( perderse por el barrio en el que vives, que un tranvía te deje tirado y tengas que andar al menos dos kilómetros hasta llegar a la reunión casi una hora tarde) se produjo el rendez-vous con nuestro coordinador, muy simpático él. El horario había quedado un tanto extraño, pero al final, tenemos unas 8 asignaturas ( aún no sabemos si en alguna nos habrán aceptado) incluyendo el curso de francés. Lo mejor de todo, sólo tenemos clase martes, miércoles y jueves. Tras el divertido ( en serio) curso de francés del miércoles, la siguiente clase nos esperaba el jueves. El título parecía interesante: Cinéma et propagande. Asistimos ilusionados hasta la puerta de la clase cuando leemos un cartel: El profesor no va a venir hoy. Entonces recordamos lo que nuestro simpático coordinador nos había enseñado. En el piso de arriba de la facultad se encontraba una sala de profesores ( con catering incluido) a través del cual "podíamos" pasar "cuándo quisiéramos" hasta llegar hasta una bonita sala con pantalla plana para " ver las películas que queráis". Total, que decidimos hacerle caso, para hacer tiempo hasta la hora de comer. Cuando entramos en esa sala de profesores nos encontramos con un hombre. Su sorpresa al vernos aparecer en su lugar de trabajo sería una reacción totalmente normal, si no fuera porque nuestro coordinador no hubiese insistido tanto en que fuéramos. Él, seco pero comprensible nos dijo que "aquello no era un cine". Nosotros, desde la vergüenza más absoluta le dijimos que lo comprendíamos y que quizá hubiésemos malinterpretado las palabras del coordinador. Tras huir de aquella sala tremendamente sonrrojados, buscamos durante al menos una hora el restaurante (escondido a conciencia). Aquí, tras colas interminables, conseguimos catar uno de los platos del menú de estudiante a 2,80 € que estaban bastante decentes, la verdad. Tocaba ahora una de las clases que más esperábamos. No sabíamos muy bien su título. Sólo que la impartía un tal Seguin, que al parecer era una eminencia en el campo, y que trataba sobre cine, homosexualidad y Cuba. Llegamos hasta la puerta de la clase. Varios minutos más tarde aparecía el profesor. Cuál fue nuestra sorpresa al descubrir que era el mismo señor que educadamente nos había dicho "niet" a ver una peli en su sala de tv. No podíamos esconder nuestra vergüenza. Él, al reconocernos al final de la clase, bromeó sobre nuestr reencuentro y comenzó su clase. Una clase genial. Probablemente de las mejores que he tenido en mi ¿corta? vida académico. Seguin resultó ser un hombre tremendamente simpático con unas ganas de transmitirnos su amor al cine demostradas en el genial gusto para introducirnos en este ya conocido para nosotros mundo de los estudios culturales en el cine. Además, ¿he dicho ya que la clase la da en español? El jueves no podíamos ser más felices.
Ahora, sólo esperamos a que el martes, con una asignatura más con Seguin y otras desconocidas, se confirme nuestra sospecha de que este cuatrimestre va a molar en demasía.

Por cierto, que la asignatura se llama Fresa y Chocolate, pues consistirá en analizar la película de Tomás G. Alea y Juan Carlos Tabio desde la mirada de Cuba y de la homosexualidad.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Días 6, 7 y 8: Primer fin de semana en Lyon

El sábado nos lo habíamos tomado con mucho relax. La visitia guiada por Lyon, que según el horario que nos enviaron en julio estaba programada para este sábado, debería esperar al sábado siguiente, por lo que el plan consistía en levantarse tarde, comer y salir a dar una vuelta. Así que, me levanté tarde, desayuné muchos cereales y miré por la ventana: estaba muy nublado. Suena el teléfono. Es Carla. Me dice que está lloviendo, que lleva toda la mañana lloviendo. Miro por la ventana, fijándome más, y sí, cuando yo interpretaba que estaba nublado, estaba lloviendo. Así que comemos ( pasta, por fin platos "fuertes" para comer y no tanto sandwich y ensalada) y paragüas en manos salimos a la calle. Llueve bastante y hace mucho frío. Parece diciembre. Pasamos por delante de unos cines, cerca de la residencia, en VO y que contiene una oferta para el domingo. La entrada común cuesta 8 euros, la de estudiante 6,5 y la de ese domingo, 3,50€. Por lo que entramos, compramos las entradas para The Dark Knight y volvimos de nuevo bajo la lluvia. Como no sabíamos muy bien que hacer, se nos ocuriró ir al Vieux Lyon, ya que yo aún no lo había visto y al parecer es (de) lo más bonito de la ciudad. Efectivamente, así era. Calles estrecas, empedradas y flanqueadas por edificios antiguos pintados de colores que, en su día debieron de ser increíblemente vivos, y que hoy lucen con resignación colores ligeramente apagados, moteados por las grietas y la oscura madera ya abandonada. Aquí se suceden los puestos de crepes, las tiendecillas de artesanía, de libros prohibidos y los callejones secretos. Pero también las cafeterías increíblemente caras y los turistas, como nosotros, a los que no les importa la lluvia para abarrotar estas mágicas losas de piedra. Tras tomar un café creme en una de esas caras cafeterías, volvimos a la residencia para cambiarnos. Habíamos quedado para salir con otra chica española, que a su vez había quedado con otra gente Erasmus. Al final acabamos en la habitación de unas chicas inglesas, cuyos nombres no recuerdo, bebiendo calimocho en copitas de cognac, escuchando extraño house que era de vez en cuando interrumpido por algún que otro temazo. Cuando ya íbamos más o menos bien, nos movimos hasta otra fiesta. Esta vez era en un piso. Quiero decir. En EL piso. Un lugar en el que todos desearíamos vivir, ya sea en Lyon, Madrid, Santander o Antigua y Barbuda. Espacioso, de techos altos, pintado de naranja, con habitaciones gigantescas, una gran barra americana y unas vistas espectaculares encima del Rhone. Pasado el primer estupor, nos dimos cuenta que la fiesta estaba llegando a su fin allí. No había música. No había alcohol. La gente estaba muy borracha, y nosotros no sabíamos que hacer. Así que convencimos a las inglesas para ir a otro lugar. Y nos llevaron, por fin, a uno de esos barcos-pubs que tanto molaban. Llegamos hasta el barco, uno grande, lujoso, negro con luces fashionísimas. No nos habíamos ni acercado a la puerta cuando el segurata ( cortado bajo el patrón internacional de gorila de puerta) nos dijo: "C'est une fête privée". Abofeteados por la evidencia, observamos que al lado de este gran barco había uno chiquito, con poca gente y de aspecto cutre. Aquí, pudimos entrar. Cual fue nuestra sorpresa al bajar hasta el camarote cuando descubrimos una gran pista de baile petada de gente que bailaba como locos tektonik (creemos). Tras estar aquí un buen rato, decidimos que la fauna extraña de este barco era demasiado para nosotros, y decidimos volver a la resi.


Del domingo sólo puedo decir una cosa: Biennale de la Danse.
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Quizá demasiado largo, pero espectacular en todos sus sentidos. Tras ver este gran desfile, fuimos por fin al cine. Yo iba con ventaja, pues ya la había visto, así que decidí pasar de los subtítulos en francés y atender únicamente a las voces geniales de Heath Ledger y Christian Bale. Cómo mejora en VO.




(Sé que aún queda por contaros toda esta semana y lo que llevamos de finde, que no está nada mal, pero eso será mañana o pasado, porque los ¿camareros? del McDonalds ya me miran mal.)



(Fotos del Café Sevilla)







Parece que ya funciona la opción de subir fotos al blog :) Ahora sólo queda contaros qué nos ha deparado el sábado y el domingo á Lyon.