domingo, 21 de septiembre de 2008

Día 14: Eternal sunshine of the spotless mind

El sábado nos levantamos tarde y fuimos directos hasta la Place Bellecour ( donde me encuentro ahora, por cierto, actualizando este blog). Allí teníamos cita con un guía contratado por la universidad, que nos iba a enseñar lo más significativo de Lyon, tanto en el ámbito turístico como de la vida práctica. El guía nos dijo qué restaurantes eran para "atrapar a los turistas", qué zonas eran las mejores para comer, comprar o simplemente pasear.
Cansadísimos, extremadamente hambrientos y asfixiados por el implacable sol, fue terminar la visita y huir a la residencia para engullir una ensalada ( qué raro) y descansar. A las dos horas yo me cogí el portátil y me vine hasta el McDonalds para poder hacer la actualización de ayer. Mientras Carla y Aida iban de nuevo al Simply en busca de reservas de vino. Pero al llegar a la residencia me las encuentro en pijama, viendo una película. No hay plan. Nadie sale. Tras las extrañas risas del momento, termino de ver con ellas esa genial película de Michel Gondry (francés, por cierto) llamada Eternal Sunshine of the Spotless Mind ( en español, ¡Olvídate de mí! (?)) y, aún tremendamente cansado, me voy al cuarto a ver otra genial película, Punch-drunk love de otro genial director llamado Paul Thomas Anderson, con geniales diálogos como la siguiente conversación de cama:
- Tienes una cara muy dulce. Quiero morderte las mejillas.
- Yo quiero reventarte la cara. Quiero coger un mazo y aplastarte la cara de lo preciosa que es.

Un sábado en casa. No pasa nada. El siguiente será mejor. Carla apunta: "fue un sábado guay".

Día 13: A la main

El viernes durante el día no hicimos nada ( o al menos así lo recuerdo). Sólo sabíamos que un grupo de españoles había quedado a las 8 en Hôtel de Ville para salir. Nosotros nos moríamos por salir, pero también queríamos ir a un concierto extraño de música desconocida. Al final, y no sé por qué, no volvimos a hablar de ese extraño concierto, y lo siguiente que recuerdo de ese día implica tres jóvenes estudiantes de comunicación audiovisual en un supermercado comprando botellas de vino de plástico y coca-cola Steff ( a 0,21 la botella) para preparar un rico calimotxo gabatxo. Una señora nos preguntó, señalando al( vino: "C'est bon?" A lo que nosotros respondimos: "Nous ne savons pas, mais..." y un gesto de asco infinito. Acompañados de unas ricas patatas con las que hice mi canción de siempre a ritmo follow the leader, que no triunfó entre mis acompañantes, pagamos el avituallamiento y cogimos el metro hasta Hôtel de Ville. Allí había muchísima gente joven disfrazada, llena de espuma, atados, con cinta aislante, mojados. "¿Aquí la gente está siempre de despedida de soltero?". No. Espera. De repente tengo una revelación. ¡¡Son novatadas!! La melancolía nos invade y nos acercamos hasta ellos. Al parecer, novato se dice "bisou" y era todo un poco más jarto que en Madrid, pero se lo pasaban bien. Allí conocimos nuevos españoles y tras esperar a que llegaran todos empezamos a beber. Sin darnos cuenta, los 3 de siempre nos automarginamos del grupo, probablemente debido a los efectos del alcohol, y acabamos hablando de cómo íbamos a celebrar reyes juntos, trayéndonos regalos de nuestras casas, montando un árbol y yendo en pijama a través de las habitaciones de los chinos. Por supuesto, brindamos por todo ello. Al final, y muy a nuestro pesar, acabamos, de nuevo ( oh no!) en Café Sevilla. Al menos había Cruzcampo
Allí tuve que soportar cómo una pantalla plana mostraba el absolutamente genial vídeo de D.A.N.C.E de Justice mientras sonaba Obsesión, de Aventura. (Así de triste miraba yo a la pantalla)
Afortunadamente, el suplicio duró poco, debido a que, los 3 de siempre, emigramos al bar contiguo, donde mezclaban Highway to Hell con Daft Punk, pero al menos era un ambiente distinto al español. Allí conocimos a unos franceses muy extraños, casi como duendes, que diría mi querido compañero Antoñito. Nos acoplamos a ellos cual lapa que se aprisiona en el dedo de un niño cotilla, y cuando el bar cerró a la ¡¡1!! nos fuimos, de nuevo, a un barco. Durante el camino tuve que soportar a un chico simpático que tenía una novia en Santander, con la que lo había dejado hace poco. Como le hacía gracia que yo fuera de allí, me contó todos sus problemas mezclando al mismo tiempo inglés, español (cuando hablaba en mi idioma no seguía ninguna regla lógica) y francés. Al final tras gritarle un par de veces que o me hablaba en francés o me iba, dio varios pasos adelante y pude por fin volver a ver lo que ocurría en el extraño grupo que habíamos formado. Tras observar una bizarra escena, hacer doscientas fotos sobre ella, reírnos hasta la muerte y, a día de hoy, seguir sin saber qué significó ese momento, entramos a uno de los barcos. Este era diferente. Pero sonaba la misma música. Poco a poco la gente se fue marchando y a las ¡¡2 y cuarto!!, ya estábamos reventados, y nos volvimos a la residencia. No sin antes hacer una parada en una exquisita boulangerie para comer una deliciosa Quiche Lorraine de madrugada ( que me supo a gloria divina), y recordarle una vez más a Aida dónde está el Lidl.
Por fin una gran noche de fiesta.

pd- Acabo de recordar qué hice durante toda la tarde del viernes: Decorar la habitación.
(obsérvese que he además de la pared, he forrado una balda con motivos de damas en lo que yo mismo he denominado Vans obsession.)

(Aún me queda mucha pared por decorar)

Días 9, 10, 11 y 12: Fresa y Chocolate


En teoría, y según nos habían informado en la carta que recibimos de la Université Lyon II en julio, las clases comenzaban el lunes día 15 de septiembre. Así lo corroboraron en la reunión del día 9. Lo único que teníamos que hacer era mandarle un mail a nuestro coordinador de asignaturas aquí, para re-escoger de nuevo las asignaturas ( maldita la ori) y así poder empezar. Pero nosotros, es decir, yo, le mandé el mail al profesor, pero poniendo mal su dirección, con lo cual, nunca llegó. Esperando y esperando a que respondiera, creyendo nosotros que le habíamos mandado el mail, el fin de semana nos dimos cuenta de que se lo habíamos mandado mal. Es decir, el lunes ya no podíamos ir a clase. Tras contactar correctamente con él, y no sin sufrir algún que otro percance ( perderse por el barrio en el que vives, que un tranvía te deje tirado y tengas que andar al menos dos kilómetros hasta llegar a la reunión casi una hora tarde) se produjo el rendez-vous con nuestro coordinador, muy simpático él. El horario había quedado un tanto extraño, pero al final, tenemos unas 8 asignaturas ( aún no sabemos si en alguna nos habrán aceptado) incluyendo el curso de francés. Lo mejor de todo, sólo tenemos clase martes, miércoles y jueves. Tras el divertido ( en serio) curso de francés del miércoles, la siguiente clase nos esperaba el jueves. El título parecía interesante: Cinéma et propagande. Asistimos ilusionados hasta la puerta de la clase cuando leemos un cartel: El profesor no va a venir hoy. Entonces recordamos lo que nuestro simpático coordinador nos había enseñado. En el piso de arriba de la facultad se encontraba una sala de profesores ( con catering incluido) a través del cual "podíamos" pasar "cuándo quisiéramos" hasta llegar hasta una bonita sala con pantalla plana para " ver las películas que queráis". Total, que decidimos hacerle caso, para hacer tiempo hasta la hora de comer. Cuando entramos en esa sala de profesores nos encontramos con un hombre. Su sorpresa al vernos aparecer en su lugar de trabajo sería una reacción totalmente normal, si no fuera porque nuestro coordinador no hubiese insistido tanto en que fuéramos. Él, seco pero comprensible nos dijo que "aquello no era un cine". Nosotros, desde la vergüenza más absoluta le dijimos que lo comprendíamos y que quizá hubiésemos malinterpretado las palabras del coordinador. Tras huir de aquella sala tremendamente sonrrojados, buscamos durante al menos una hora el restaurante (escondido a conciencia). Aquí, tras colas interminables, conseguimos catar uno de los platos del menú de estudiante a 2,80 € que estaban bastante decentes, la verdad. Tocaba ahora una de las clases que más esperábamos. No sabíamos muy bien su título. Sólo que la impartía un tal Seguin, que al parecer era una eminencia en el campo, y que trataba sobre cine, homosexualidad y Cuba. Llegamos hasta la puerta de la clase. Varios minutos más tarde aparecía el profesor. Cuál fue nuestra sorpresa al descubrir que era el mismo señor que educadamente nos había dicho "niet" a ver una peli en su sala de tv. No podíamos esconder nuestra vergüenza. Él, al reconocernos al final de la clase, bromeó sobre nuestr reencuentro y comenzó su clase. Una clase genial. Probablemente de las mejores que he tenido en mi ¿corta? vida académico. Seguin resultó ser un hombre tremendamente simpático con unas ganas de transmitirnos su amor al cine demostradas en el genial gusto para introducirnos en este ya conocido para nosotros mundo de los estudios culturales en el cine. Además, ¿he dicho ya que la clase la da en español? El jueves no podíamos ser más felices.
Ahora, sólo esperamos a que el martes, con una asignatura más con Seguin y otras desconocidas, se confirme nuestra sospecha de que este cuatrimestre va a molar en demasía.

Por cierto, que la asignatura se llama Fresa y Chocolate, pues consistirá en analizar la película de Tomás G. Alea y Juan Carlos Tabio desde la mirada de Cuba y de la homosexualidad.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Días 6, 7 y 8: Primer fin de semana en Lyon

El sábado nos lo habíamos tomado con mucho relax. La visitia guiada por Lyon, que según el horario que nos enviaron en julio estaba programada para este sábado, debería esperar al sábado siguiente, por lo que el plan consistía en levantarse tarde, comer y salir a dar una vuelta. Así que, me levanté tarde, desayuné muchos cereales y miré por la ventana: estaba muy nublado. Suena el teléfono. Es Carla. Me dice que está lloviendo, que lleva toda la mañana lloviendo. Miro por la ventana, fijándome más, y sí, cuando yo interpretaba que estaba nublado, estaba lloviendo. Así que comemos ( pasta, por fin platos "fuertes" para comer y no tanto sandwich y ensalada) y paragüas en manos salimos a la calle. Llueve bastante y hace mucho frío. Parece diciembre. Pasamos por delante de unos cines, cerca de la residencia, en VO y que contiene una oferta para el domingo. La entrada común cuesta 8 euros, la de estudiante 6,5 y la de ese domingo, 3,50€. Por lo que entramos, compramos las entradas para The Dark Knight y volvimos de nuevo bajo la lluvia. Como no sabíamos muy bien que hacer, se nos ocuriró ir al Vieux Lyon, ya que yo aún no lo había visto y al parecer es (de) lo más bonito de la ciudad. Efectivamente, así era. Calles estrecas, empedradas y flanqueadas por edificios antiguos pintados de colores que, en su día debieron de ser increíblemente vivos, y que hoy lucen con resignación colores ligeramente apagados, moteados por las grietas y la oscura madera ya abandonada. Aquí se suceden los puestos de crepes, las tiendecillas de artesanía, de libros prohibidos y los callejones secretos. Pero también las cafeterías increíblemente caras y los turistas, como nosotros, a los que no les importa la lluvia para abarrotar estas mágicas losas de piedra. Tras tomar un café creme en una de esas caras cafeterías, volvimos a la residencia para cambiarnos. Habíamos quedado para salir con otra chica española, que a su vez había quedado con otra gente Erasmus. Al final acabamos en la habitación de unas chicas inglesas, cuyos nombres no recuerdo, bebiendo calimocho en copitas de cognac, escuchando extraño house que era de vez en cuando interrumpido por algún que otro temazo. Cuando ya íbamos más o menos bien, nos movimos hasta otra fiesta. Esta vez era en un piso. Quiero decir. En EL piso. Un lugar en el que todos desearíamos vivir, ya sea en Lyon, Madrid, Santander o Antigua y Barbuda. Espacioso, de techos altos, pintado de naranja, con habitaciones gigantescas, una gran barra americana y unas vistas espectaculares encima del Rhone. Pasado el primer estupor, nos dimos cuenta que la fiesta estaba llegando a su fin allí. No había música. No había alcohol. La gente estaba muy borracha, y nosotros no sabíamos que hacer. Así que convencimos a las inglesas para ir a otro lugar. Y nos llevaron, por fin, a uno de esos barcos-pubs que tanto molaban. Llegamos hasta el barco, uno grande, lujoso, negro con luces fashionísimas. No nos habíamos ni acercado a la puerta cuando el segurata ( cortado bajo el patrón internacional de gorila de puerta) nos dijo: "C'est une fête privée". Abofeteados por la evidencia, observamos que al lado de este gran barco había uno chiquito, con poca gente y de aspecto cutre. Aquí, pudimos entrar. Cual fue nuestra sorpresa al bajar hasta el camarote cuando descubrimos una gran pista de baile petada de gente que bailaba como locos tektonik (creemos). Tras estar aquí un buen rato, decidimos que la fauna extraña de este barco era demasiado para nosotros, y decidimos volver a la resi.


Del domingo sólo puedo decir una cosa: Biennale de la Danse.
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Quizá demasiado largo, pero espectacular en todos sus sentidos. Tras ver este gran desfile, fuimos por fin al cine. Yo iba con ventaja, pues ya la había visto, así que decidí pasar de los subtítulos en francés y atender únicamente a las voces geniales de Heath Ledger y Christian Bale. Cómo mejora en VO.




(Sé que aún queda por contaros toda esta semana y lo que llevamos de finde, que no está nada mal, pero eso será mañana o pasado, porque los ¿camareros? del McDonalds ya me miran mal.)



(Fotos del Café Sevilla)







Parece que ya funciona la opción de subir fotos al blog :) Ahora sólo queda contaros qué nos ha deparado el sábado y el domingo á Lyon.

sábado, 13 de septiembre de 2008

Día 5: Y llegó la gente

El jueves, día 4, después de actualizar el blog salimos a dar una vuelta por Lyon. Nos habían informado de que había una fiesta de no sé que facultad, así que nos dirigimos a un bar, de nombre tremendamente camp, Lipstick, acompañados de Moe, inglés, y Verónica, mexicana. (Otra vez blogger que no me deja subir fotos, creo que debo tener un virus o algo porque hotmail no me funciona). Si bien, salimos conscientes de que tendríamos que volvernos pronto debido a que al día siguiente a las 9 de la mañana teníamos que estar en la otra punta de la ciudad para escoger las asignaturas y todo el rollo burocrático. Pero volverse pronto en Lyon es volverse a las 11, porque a las 3 de la mañana todo cierra, Y CIERRA. No hay posibilidad de alargarlo más. Así que a las 12, y ahuyentados por la lluvia del siglo nos volvimos a la resi. Total, para nada, porque al día siguiente, tras coger 2 metros y un tranvía, llegamos al campus de Bron donde descubrimos un precioso cartel en el que rezaba: Vendredi le 12 l'Administration será fermée. Con lo cual, media vuelta. Aprovechamos la mañana para volver a ikea a comprar cuatro cosas que nos faltaban. Después, volver a la resi para comer y hacer tiempo hasta llegar al examen de francés. Indescriptible. La prueba oral consistía en escuchar una canción y deducir cosas a partir de la letra. Mi querida compañera Carla no se enteró muy bien, y mientras todos estirábamos las orejas para poder comprender a aquel Bustamante francés, ella bailaba la canción. Cuando quedaban 20 segundos para que terminara la segunda, y última, escucha de la canción, Carla se alarmó y gritó: ¿¡Que hay que responder escuchando la canción?! Afortunadamente es sólo una prueba para colocarnos en uno u otro nivel, que será bajo, por cierto.
Después del examen y de hacer unas compras miramos el reloj: Son sólo las 4 y media de la tarde y parece las 8. This is Lyon. Tras vaguear, pegarme un rato con el ordenador y descansar leyendo a Saramago de nuevo, bajamos a cenar al comedor. Allí, POR FIN, vemos un poco de aglomeración de gente. Parece que va a haber algo de "fiesta". Entre dos argentinos, dos rumanas, tres españoles, un inglés, un etíope, un argelino y dos brasileñas salimos tras jugar a unos cuantos juegos de beber ( eso sí, en inglés que es más divertido). Parece que hay gente por la calle (¡increíble!) pero ya es tarde para salir. Los bares están petados, no podemos entrar ni en la mitad de ellos, excepto en uno. Uno llamado Café Sevilla.
La "jartedad"(?) de la situación era máxima. Prometo que cuando pueda colgaré las fotos del bar ( véase fotolog) porque era lo más. Carteles de corridas de toros, pósters de Sarita Montiel y anuncios de Anís con peineta incluida. Ahora, lo mejor, era la música. De reguetón extraño, a ritmos latinos irreconocibles hasta llegar a... MARIA ISABEL! Fue absolutamente increíble. Los franceses perreando y balbuceando un "po va a ser que no" como si fuese la canción del siglo. Mortal.
Son las 2 y media, el bar cierra. Se acabó la primera fiesta Erasmus, y a pesar del poco tiempo, del poco alcohol y del mal tiempo, lo pasamos bien.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Día 4: Carte d'etudiant

El día de hoy vuelve a estar protagonizado por la burocracia. Eso sí, esta vez efectiva. Tras una ¿petite? reunión de información de 2 horas sobre un mogollón de cosas aburridas en la que fui informado de que con 3 faltas injustificadas a una clase me plantan un cero, por fin me inscribí en la Universidad Lyon II. Parecía que el momento no iba a llegar. Hay una luz al final del túnel. Pero antes de salir a la superficie tenemos que luchar contra una gran bola negra, que aquí llaman Rendez-vous pedagogique, y que en España es el Plan de Convalidaciones. Nuestro convalidador (?) se llama Philippe Merlo, habla español y todavía no nos ha contestado ( y eso que el lunes empezamos las clases). Pero nosotros somos felices. Mañana por la mañana nos espera una visita con otros convalidadores para elegir las asignaturas y después, por fin, llevárselas a Philippe.
Sin más que contar, salvo que esta noche quizá hagamos algo que no esté relacionado con la burocracia, y eso me pone contento. Bueno, eso, y que Dexter ha vuelto.

(Hoy blogger no me deja subir fotos)

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Día 3: Burocracia vacía

Hoy me he levantado a eso de las 10 y me he pateado medio Lyon para hacer rollos de burocracia. Total para nada. Porque cada cosa tiene un horario, y si dicen que cierran a las 12:30 ES QUE CIERRAN A LAS 12:30 ni un minuto más ni uno menos. Así que decidimos pasear tranquilamente por las orillas del Rhone para olvidarnos del trágico papeleo.

Pero antes me abrí una cuenta de banco. Que en Francia, y en francés, es superdivertido. Sobre todo si la persona que te va a abrir la cuenta y tú hablais diferentes idiomas, aunque tú creas que estás hablando el suyo. Afortunadamente el señor banquero era simpático y sonreía a los doscientoscincuentamil "d'accord" que dije por segundo, sobre todo cuando no entendía si me estaban ofreciendo un plan de pensiones o un lavavajillas. Al final salí de allí con cuenta, una carpeta llena de (más) papeles y un apretón de manos inesperado.

Más tarde, ahora sí, decidimos pasear por el Rhone.


El paseo es precioso, la verdad. Además hacía buena tarde, con bastante calor y mucha gente por la calle en bici, patines o simplemente paseando. Hay una cosa muy curiosa que no sabemos muy bien lo que es. Son tres pivotes gigantes como con escalerillas, que a sus pies tienen piscinas. Son como megatrampolines olímpicos, pero sin trampolín. Probablemente sea algún tipo de totem fálico para demostrar que los franceses son superiores al resto de europeos. Qué raro que en España todavía no se hayan dado cuenta, porque si no, Madrid ya tendría tres iguales pero mucho más grandes y con más forma de falo.


Desde el paseo, las vistas al otro lado del puente de la Universidad son increíbles. Los árboles tapando los edificios.



Las casas que hay enfrente del edifico también son increíbles, y probablemente tremendamente caras.


(Apréciese a la derecha la base del falo)

Me he dado cuenta de que en Lyon hay graffitis y dibujos en sitios insospechados. Hay una azotea llena de ellos en pleno centro de Lyon, al lado de un museo enorme. ( En la foto no se ven , desolé)

Y, hay dibujos como estos en los ojos de los puentes del Rhone.


Como hacía mucho calor, todas las fuentes estaban en funcionamiento. Incluso unas a pie del suelo, que la gente utilizaba para refrescar los pies, y los niños para pasárselo pipa.


Otra cosa curiosa que descubrimos en este paseo marítimo es algo que ya me adelantó Carla el día que llegué, y que yo comenté aquí ayer. Atracados en el muelle del paseo hay una serie de barcos que funcionan como bares, y por la noche como pubs. Eso sí, a un precio bastante alto.



(¡ATENCIÓN a la bandera de la república que podemos observar a la izquierda de esta foto!)

Al terminar el paseo del río y tras cruzar el puente que separa los "dos lyones" llegamos hasta el "centro" de Lyon. Aquí encontramos Zara, H&M, Cines, McDonalds etc. Allí por fin adquirimos los móviles franceses, marca Orange, así que papá-mamá ya, por si no habéis leído el sms, ya tengo móvil y os he mandado un mensaje con el número. Tras dar vuelta a la esquina, y coger une Cocá en el McDó buscamos asiento a la sombra ( el sol mata hoy) en la gran plaza.

El suelo es como de arenilla, que a mí me recerda bastante a las plazas de toros. La verdad es que mola bastante in situ. Aquí se encuentra una enorme Oficina de Turismo ( esto para Helen e Isa) , a la que le dan muchísima importancia, pues por todo Lyon hay carteles para poder llegar hasta ella. En esta plaza, dice Carla que durante el verano y durante la fiesta de las luces, en diciembre, instalan una enorme noria bastante impresionante. Habrá que esperar para creerla. Por cierto,


... esta es Carla, compañera de papeleo, residencia, clase y vida Erasmus. Si hay algún Erasmus de cualquier país en Lyon, por favor póngase en contacto con nosotros. Somos simpáticos y tenemos móvil. Queremos amigos.

Au revoir!

martes, 9 de septiembre de 2008

Día 1-2: Mariposas en los bolsillos

Prometo que este blog será más corto, más interesante y con muchas más fotos, pero es que me gustaría escribir mil cosas que me han pasado apenas estas 48 horas ( como que en todos lados esté la ministra de Defensa, que aquí he descubierto que Leroy Merlín es Le Roy Merlin ( El Rey Merlín) o darte cuenta de que saludar "Bonjour!" (buenos días) es mucho más bonito que el aspéptico "hola").



Si le preguntas a cualquier estudiante ex-Erasmus cómo comenzó su andadura europea probablemente te diga: con nervios, miedo, ilusión y espacio en las maletas demasiado limitado. Si me lo preguntas a mí te contestaré con lo mismo, pero le añadiría lo siguiente:




Miles de mariposas de papel volando encima de los 15000 asistentes al concierto de Coldplay en Madrid. Un concierto apasionante, sorprendente y tremendamente emocionante. Me quedo con ganas de repetir.

Fue salir del concierto, volver a la residencia, despedirme de mis compañeros de concierto y coger un taxi hacia Barajas. Tras descubrir que Barajas es al mismo tiempo Aeropuerto y Albergue, que no hay ni un solo lugar con wifi y que utilizan una máquina infernal para encerar el suelo ( y de paso despertar a la muchedumbre) cogí el vuelo rumbo Lyon.

Las vistas desde los aires vaticinaban una ciudad muy verde, con ese gran Rhon que lo atraviesa y los edificios en tonos claros que tanta oldfashioned modernidad aportan a la ville.

La llegada fue apoteósica. El teléfono móvil muere en Getafe, por lo que no hay forma de llamar a casa para decir: eh- mamá-estoy-vivo ni para contactar con gente que sabes que ya está en Lyon. Así que de nuevo recurro al taxi para llegar con todo el equipaje hasta la zona universitaria.

Tras una mañana entera de papeleo con las maletas a cuestas por fin llego a la Residencia Benjamin Delessert. Sí. Era tan cutre como vaticinaban. En la puerta hay dos personas totalmente diferentes. Por las mañanas un señor bastante simpático, cuyo nombre aún no he escuchado. Por las tardes una arpía que siempre está de mal humor, llamada Fucsia (!). El ambiente de la residencia es frío. Apenas hay residentes y los que hay no suelen juntarse, por lo que esperamos que esto reviva o tendremos que salir desesperadamente en búsqueda de juventud. La habitación es individual, relativamente grande y mucha luz, por lo que es un punto a favor.




Además tiene muchas baldas y huecos en los que colocar cosas...


y un lavabo.







Duchas, retretes y cocina comunes.

Internet ha llegado hoy de la mano de 80 € cada tres meses, pero la menos es rápido y Dios es Internet!

La Universidad es una auténtica maravilla. Esta situada en frente del Rhone es una zona llena de gente patinando y andando en bici en las orillas del río, donde hay barcos que hacen la función de bares.



Hoy hemos tenido nuestra primera reunión en la que nos han dado miles de papeles que rellenar, seguros que pagar, reuniones a las que asistir... En fin, burocracia a la francesa.
Las clases no comienzan hasta el lunes, por lo que podremos visitar más a fondo la ciudad, que apenas conocemos ( y ya tenemos las piernas completamente destrozadas).
Lo poco que hemos visto de la ciudad es precioso. Es una ciudad bastante tranquila ( demasiado, quizá, a las 7 de la tarde cierra todo) de gente por lo general simpática que hacen un esfuerzo por comprender nuestro "creativo" francés. ( No como Fucsia)

Ante la rumorología que corre por el mundo universitario, sí, el primer día Erasmus es duro. Llegas a una ciudad desconocida, estás solo, no puedes comunicarte al 100% de tus posibilidades, la residencia es cutre ( cualquiera comparada con la de Getafe lo sería), no tienes móvil para hablar con nadie ( vale, ese es sólo mi caso) y aunque siempre te queda la posibilidad de conocer solo la ciudad, los nervios del estómago no se van. Afortunadamente, no fue tan mal como pensé que iría y el día siguiente es mucho más bonito. El día 1, después de conocer a mi compañera de Erasmus española-carlos-terceriana-comunicadora Carla, llegué a la habitación, encendí la luz me quité las playeras y los pantalones, y al meter los bolsillos para sacar las cosas, me acordé de las mariposas que había cogido en el aire al compás de Lovers in Japan, y al fin y al cabo recordé que estar de Erasmus es una experiencia única que recordaré para siempre, como las mariposas del 7 de septiembre de 2008.