lunes, 15 de septiembre de 2008

Días 6, 7 y 8: Primer fin de semana en Lyon

El sábado nos lo habíamos tomado con mucho relax. La visitia guiada por Lyon, que según el horario que nos enviaron en julio estaba programada para este sábado, debería esperar al sábado siguiente, por lo que el plan consistía en levantarse tarde, comer y salir a dar una vuelta. Así que, me levanté tarde, desayuné muchos cereales y miré por la ventana: estaba muy nublado. Suena el teléfono. Es Carla. Me dice que está lloviendo, que lleva toda la mañana lloviendo. Miro por la ventana, fijándome más, y sí, cuando yo interpretaba que estaba nublado, estaba lloviendo. Así que comemos ( pasta, por fin platos "fuertes" para comer y no tanto sandwich y ensalada) y paragüas en manos salimos a la calle. Llueve bastante y hace mucho frío. Parece diciembre. Pasamos por delante de unos cines, cerca de la residencia, en VO y que contiene una oferta para el domingo. La entrada común cuesta 8 euros, la de estudiante 6,5 y la de ese domingo, 3,50€. Por lo que entramos, compramos las entradas para The Dark Knight y volvimos de nuevo bajo la lluvia. Como no sabíamos muy bien que hacer, se nos ocuriró ir al Vieux Lyon, ya que yo aún no lo había visto y al parecer es (de) lo más bonito de la ciudad. Efectivamente, así era. Calles estrecas, empedradas y flanqueadas por edificios antiguos pintados de colores que, en su día debieron de ser increíblemente vivos, y que hoy lucen con resignación colores ligeramente apagados, moteados por las grietas y la oscura madera ya abandonada. Aquí se suceden los puestos de crepes, las tiendecillas de artesanía, de libros prohibidos y los callejones secretos. Pero también las cafeterías increíblemente caras y los turistas, como nosotros, a los que no les importa la lluvia para abarrotar estas mágicas losas de piedra. Tras tomar un café creme en una de esas caras cafeterías, volvimos a la residencia para cambiarnos. Habíamos quedado para salir con otra chica española, que a su vez había quedado con otra gente Erasmus. Al final acabamos en la habitación de unas chicas inglesas, cuyos nombres no recuerdo, bebiendo calimocho en copitas de cognac, escuchando extraño house que era de vez en cuando interrumpido por algún que otro temazo. Cuando ya íbamos más o menos bien, nos movimos hasta otra fiesta. Esta vez era en un piso. Quiero decir. En EL piso. Un lugar en el que todos desearíamos vivir, ya sea en Lyon, Madrid, Santander o Antigua y Barbuda. Espacioso, de techos altos, pintado de naranja, con habitaciones gigantescas, una gran barra americana y unas vistas espectaculares encima del Rhone. Pasado el primer estupor, nos dimos cuenta que la fiesta estaba llegando a su fin allí. No había música. No había alcohol. La gente estaba muy borracha, y nosotros no sabíamos que hacer. Así que convencimos a las inglesas para ir a otro lugar. Y nos llevaron, por fin, a uno de esos barcos-pubs que tanto molaban. Llegamos hasta el barco, uno grande, lujoso, negro con luces fashionísimas. No nos habíamos ni acercado a la puerta cuando el segurata ( cortado bajo el patrón internacional de gorila de puerta) nos dijo: "C'est une fête privée". Abofeteados por la evidencia, observamos que al lado de este gran barco había uno chiquito, con poca gente y de aspecto cutre. Aquí, pudimos entrar. Cual fue nuestra sorpresa al bajar hasta el camarote cuando descubrimos una gran pista de baile petada de gente que bailaba como locos tektonik (creemos). Tras estar aquí un buen rato, decidimos que la fauna extraña de este barco era demasiado para nosotros, y decidimos volver a la resi.


Del domingo sólo puedo decir una cosa: Biennale de la Danse.
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Quizá demasiado largo, pero espectacular en todos sus sentidos. Tras ver este gran desfile, fuimos por fin al cine. Yo iba con ventaja, pues ya la había visto, así que decidí pasar de los subtítulos en francés y atender únicamente a las voces geniales de Heath Ledger y Christian Bale. Cómo mejora en VO.




(Sé que aún queda por contaros toda esta semana y lo que llevamos de finde, que no está nada mal, pero eso será mañana o pasado, porque los ¿camareros? del McDonalds ya me miran mal.)



1 comentario:

Rana de ingle amarilla dijo...

Alucino con que también haya modernos en Lyon que tengan ese pisazo y esa televisión cutre a la par que chula.
Por cierto, si el gorila de la puerta me hubiese dicho "C'est une fête privée", yo le hubiese contestado con un "Bonjour!" mientras me dispongo a entrar tan tranquila.